Octubre
18.
El
viaje estuvo maravilloso, llegamos desde las 2 de la mañana al aeropuerto de
Pereira.
Después
de librarnos de las maletas, llego la hora de despedirse de los papitos.
Esperaba mas lagrimas pero la felicidad nos atropellaba a todos.
En
Migración Colombia, todo estuvo de lujo, solo que a Micaela, el funcionario de
migración le hizo tantas preguntas que se estaba enojando!!!
En
la sala de espera, todos preguntaban: ¿Rosita que hora es?
Abordamos,
salimos a la hora esperada y Panamá allá vamos…
El
viaje estuvo tranquilo, solo nos altero el hermoso paisaje que se divisaba
desde el avión: islas, islotes, miles de barcos y un amanecer de ensueño.
Desayunamos
en el avión: Crepes de jamón con melocotón, sin embargo, cuando llegamos a
Panamá, todos tenían hambre. Comieron desde helado, hasta sandwich con huevo.
Recorrimos
el Tocumen, los niños se morían por entrar a la tienda de Play Station, sobre
todo Pablo quien no pudo esperar para comprarse un regalo de cumple con el
dinero que le dio alguien de su familia, el regalo: unos audífonos que aíslan
el ruido para poder verse una película que descargo en su pc durante el vuelo a
Washington sin que lo interrumpa el sonido de las turbinas del avión.
Jorge,
tampoco puedo esperar para comprar dulce para sus tíos, estaba tan emocionado
que sus lagrimas casi nos ponen a llorar a todos.
Descansaron
tendidos en el piso mientras nos llamaban para abordar el próximo vuelo.
Una
vez en el avión, a dormir!!
Nos
ofrecieron carne con arroz o raviolis con pollo.
Cuando
anunciaron que el vuelo iba a iniciar su descenso, la emoción y la ansiedad nos
embargo a todos. Como premio por su excelente comportamiento les permitieron
tomarse fotos en la cabina del avión, aunque no pudieron hacerlo todos por que
las personas que debían preparar el avión tenían prisa.
Hicimos
la fila para hablar con el oficial de
migración, algunos menos queridos que otros pero finalmente después de rescatar
a Anita quien se demoró un poco mas por su homónimo de dudosa reputación.
Una
vez en el bus, solo queríamos llegar, Alejandro estaba feliz viendo los autos,
sobre todo el Camaro amarillo que nos acompaño casi hasta llegar a la escuela.
Finamente
llegamos, los chicos y las familias del Alice Deal MS, estaban esperándonos en
la puerta de la escuela, con mucha alegría, los encuentros no se hicieron
esperar, parecía que se conocieran de toda la vida, fue maravilloso ver las
expresiones de sus rostros, como si el sueño se hubiese hecho realidad.
Comimos,
compartimos y partimos con nuestra
familias.
Mañana
estaremos conociéndonos mucho mejor y dejándonos sorprender por todo lo que
aquí nos tiene preparado.
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